lunes, 25 de abril de 2011

ALEXANDER FLEMING

En aquel momento me sentí abrumada, sobrecogida ante la inmensa responsabilidad de dar forma a la historia, y compartir conocimientos con tan ilustradas compañeras de trabajo. Efectivamente, fui incluida en el selecto círculo de creadoras de este blog… Les debía mucho, muchísimo por ello... Me propusieron escribir sobre un tipo llamado Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sīnā, un médico medio tarado que iba de filósofo y decía cosas extrañas como "aquello cuya existencia es necesaria debe necesariamente ser una esencia"… ¿serán lagartas?, me lo quieren poner difícil. Pues no me voy a dar por vencida tan rápidamente. Además el Ibn Sina ese era un aburrido y un empollón, que con un nombre tan retorcido ¡¡ni su madre preguntaría por él!. Paso de Avicena y su Canon. Opto por alguien más molón: Alexander Fleming (Alex para los colegas).

Alex nació un caluroso día de Agosto de 1881 en Lochfield, Gran Bretaña. Hijo de labradores, a los 20 años recibió un pequeño legado y una beca que le permitieron ir a la Universidad. Parecía un tipo suertudo, pero en su época no ser pijo era un drama. La facultad (St Mary´s Hospital Medical School) estaba a rebosar de marquesitos, condes… lo llamaban flipado, pobre y cosas peores. Pero él a lo suyo, ya les daría a todos por saco cuando triunfara, ya…puso tanto empeño que se licenció en medicina obteniendo la medalla de oro de la Universidad de Londres. En el acto de fin de carrera se cruzó con Peter Wyne Smith, un hortera que usaba cinturones de Dolce and Gabbana, y le soltó: 
-Ahora descubriré cosas chachis que revolucionarán el mundo de la medicina, y os vais a joder todos por no invitarme a jugar al golf y al padel.
Durante la guerra fué médico militar en los frentes de Francia, y se traumatizó un poquito. Allí se mataba a lo loco, los soldados morían como moscas, y él no disponía ni de un triste suero salino para ejercer como es debido. Las heridas de fuego se infectaban frecuentemente… y claro, ya se sabe, síndrome febril, shock séptico, hipotensión y parada cardíaca… en fin, un drama. Se le metió en la sesera buscar algún remedio para tanta a desdicha.

Al finalizar su período bélico se puso a trabajar con ahínco… pasaba días y noches en el laboratorio, investigando, pero nunca ocurría nada… ¡¡Así jamás le darían el Nobel!! Cuando creía que podía decir eso de ¡¡Eureka!! se chafaba el invento. Y le sobrevino la monotonía, y con ella la perdición del Facebook, el Twitter y ciertas páginas X que no viene a cuento nombrar. Decidió que era el momento de pasar de todo y divertirse. 1922 fue un año loco: salía miércoles, jueves, viernes y sábados… a tomar cerveza, tocar la gaita y ligar con pibitas monísimas. Con tanta marcha y todo lo que llueve en Gran Bretaña, se resfrió. ¡Venga a estornudar todo el rato! En una de esas se le escapó un moco sobre la placa de Petri en la que trabajaba y… ¡¡victoria!! Observó que la secreción nasal podía matar determinado tipo de gérmenes. Descubrió así la Lisozima.
-¡Jodeeeeeeer, cuando se lo cuente al jefe! Ya me he emocionao, no salgo en un mes, voy a darle duro que ahora triunfo fijo.

Y pasaron 6 largos años… Empezaba a desmoralizarse cuando de nuevo ocurrió algo sorprendente. Analizando las mutaciones del Staphylococcus Aureus (bacteria de muy mala uva), uno de los cultivos se contaminó fortuitamente con el hongo P. Notatum.
- Ya la he cagao, otra vez a montar la puñetera placa.
Pero era un tío listo, y comprobó que los Estafilos se morían a millones al contacto con el hongo…
- Hostiaaaaaa, chaval, la monto gorda, ¿pues no he descubierto la Penicilina? Cómo molo.
Publicó los resultados obtenidos en una revista de mucho renombre, pero Peter Wyne Smith, que le guardaba algo de rencor, se encargó de que no obtuviese el éxito esperado.
La Penicilina aún tardaría 15 años en convertirse en un agente terapéutico de prescripción universal, en el antibiótico que salvaría millones de vidas. Durante todo este tiempo Fleming se juntó con genios como Florey y Chain, y juntos lograron la estabilidad química necesaria para usar el fármaco en seres humanos.

En 1942 Fleming fue elegido miembro de la Royal Society, en 1944 recibió el título de Sir (cosa que le jodió mucho al Peter Wyne Smith) y en 1945 compartió con Florey y Chain el premio Nobel.

Pero además de médico, Alex era también artista y masón. Para los de la LOGSE, un masón es un gafa-pasta brillante, capaz de hacer poesía metido en los baretos más antro de la ciudad, capaz de usar palestina con elegancia, capaz de escuchar cuatro discos seguidos de Iván Ferreiro; y que se junta con otros individuos igual de molones para beber ron con cola y poner a parir a políticos y curas. Entró a formar parte del Chelsea Arts Club, fundado en 1891, por sugerencia de su colega James McNeil. Allí ganó el respeto del resto de afiliados con sus lienzos de bacterias pigmentadas, invisibles al pincelar pero que luego adquirían un brillante colorido.

Estaréis de acuerdo en que cualquiera se enamoría de Alex: ¡¡médico, artista, alternativo!! De hecho después de morirse su esposa en 1948, Fleming le entró a la Dra Voureka, una griega buenorra que trabajaba con él en el Saint Mary´s College. Cierta noche que salían tarde del trabajo le dijo:
- Nena, deja ya la antibiosis y échate un bailecito conmino, a mi me van los cantautores, ¿sabes?, si quieres ponemos el Slowly de Aute.
Claro, intimaron sin preservativo ni nada, y ya se sabe que de ahí al matrimonio no hay ni un paso.

En 1955 Alex murió de un ataque cardíaco, ¡¡que también es chungo el destino!! en su lecho de muerte, nuestro doctor pensaba:
- Si lo llego a saber paso de la Penicilina e invento el cateterismo cardíaco, mecagüen la leche.

lunes, 18 de abril de 2011

JOSÉ MARIA "EL TEMPRANILLO"


José María Pelagio Hinojosa Cobacho (estaba sin nombre el muchacho ¡eh!), nació en el 1805 en la pedanía de Jauja, Córdoba, y en contra de lo que el nombre pueda nos puede llevar a pensar no era un torero, sino un bandolero, que si en México tuvieron a Pancho Villa en la España del siglo XIX teníamos bandoleros pa aburrir, ¡era el oficio que más lo petaba por el 1800!
Pertenecía a una familia de jornaleros, esos típicos de las series de TVE que trabajan pal Zeñorito y asin, y en principio quería seguir con la tradición familiar pero con 15 años tuvo la mala suerte de enamorarse de Clara, una shavalilla dallí del pueblo. Estaba en una fiesta rondándola cuando llegó un tipo que era más fuerte, más alto y más guapo a incordiar a la joven, José María se puso to loco, que a los 15 el amor siempre es verdadero y forever and ever así que ahí, con un par, le reta a un duelo de cuchillos y lo mata. Entonces ya, cosas de la vida, tuvo que pasar muy olímpicamente de Clarita y pirarse a la sierra para hacerse bandolero.
Por iniciar la carrera tan joven le apodaron “El Tempranillo” (hay otra versión que dice que le llamaban así porque madrugaba un huevo para cometer los atracos pero, siendo español y dedicándose al pillaje, voy a pasar mucho de creérmela… )
El caso es que para hacerse un hueco el mundo del atraco a diligencias y eso se unió a un grupo de bandidos que pegaba muy fuerte en esa época “LOS SIETE NIÑOS DE ÉCIJA”. Que los inicios en solitario son muy duros y todos los grandes empiezan en bandas, sino fijaos en  Shakira, Ricky Martin o Baute.  Y como a ellos al Tempranillo le llegó la hora de iniciar su carrera en Solitario a los 17 años: montó su propia empresa y se especializó en el asalto a carruajes y a las diligencias de la hacienda Real. Empezó poquito a poco y terminó controlando toda la Sierra Morena, de hecho tenía hombres que se encargaban de todo quisqui pagara el paso por los caminos de la zona. En el siglo XIX se llamaban asaltadores de caminos, hoy Autopistas de Peaje... ¡un visionario el tío!
Eso sí, quitando lo de que robaba, era un tipo superhonrado, que tenía a todos sus hombres con el contrato en regla y le pagaba las horas extra y todo, ¡Que cada vez que le mataban a uno tenía que convocar oposiciones para cubrir la plaza! Estaban todos los bandoleros locos por unirse a él. Y cada vez que se quedaban a dormir él y sus hombres en un pueblo dejaban unas propinacas que ni los Jeques Árabes, vamos, que era todo un incentivo para la economía de zona ¡Y una cortesía en los atracos! ¡Una manera de guardar las formas y atracar con respeto! Que bajaba a todos los pasajeros de los carruajes y le buscaba una sombrita para que no pasasen calor mientras les robaba…  Y las señoritas ¡locas por el bandolero! Que dejaban las ventanas abiertas por si una noche se animaba a darles una alegría… Que José María no era muy guapo ¡pero tenía una mirada tan penetrante! Y el rollo ese de vivir al margen de la ley pone mucho…  Además era un descarado que cuando atracaba a una señorita estaba ahí flirteando todo el tiempo:
-¡Quilla! Una mano tan hermosa no necesita de alhajas…  
Y ellas con la sonrisa tontorrona:
-¡Eso se lo dirás a todas, ladrón!
Al final se acabó enamorando, que ya se veía desde el principio que el Tempranillo era un tipo sensible, de una gaditana que se llamaba María Jerónima Francés. Se casaron por la iglesia que, oye, una cosa era robar y otra vivir en pecado así a lo tonto picando a Dios sin necesidad, y se la llevó al monte. Estaban la mar de felices cabalgando por la sierra, vigilando el negocio de los atracos, vamos ¡como El Duque y Catalina de Sin tetas no hay paraíso! Cuando aparecieron los Migueletes, que eran los hombres que Fernando VII había puesto para acabar con el bandolerismo, a joder el cuento de hadas… ¡Si es que hay gente que no sabe respetar los finales felices!  Cuando se enteraron de que Jerónima iba a dar a luz se apostaron en las puertas del cortijo en que  estaba cual paparazzis en la clínca Ruber antes del nacimiento de la infanta, con los rifles preparados. ¡Que la pusieron tan nerviosa con la presión mediática que se murió en el parto! Y el tempranillo analiza la situación:
-Anda que si ahora nos morimos aquí los tres… ¡¡¡Menuda mierda de final!!! De película de serie B total…
 Así que agarra el caballo, se amarra el niño en la cintura,  sube el cadáver de la  mujer, se lanza al galope contra la fila de Migueletes que le disparaban y… ¡le sale bien la jugada al jodio! ¡Que ni un disparo recibe! ¡Ni uno!  Que no se si tenía mucha suerte o los otros tenían las escopetas mal calibradas.  El caso es que pasa por una iglesia que le pillaba de camino, el cura ve la estampa y se le ponen en el alzacuello, bautiza al niño, que oye, ¡él era un cristiano de toda la vida de Dios! y luego lo deja, junto con la difunta esposa, en casa de los suegros:
-¡Que eschudie! ¡Que en la via de bandolero hay musho estré!
Y se volvió a refugiar en la sierra pero con muy pocas ganas, que tenía 27 años ¡y ya estaba de vuelta de todo! Así que cuando Fernadndo VII, que también estaba hasta los huevos de luchar contra los bandoleros andaluces, le propuso el trato de perdonarle la vida a cambio de que se cambiara de bando y le ayudara a limpiar la sierra de bandoleros, (lo mismito que propusieron  Al Pera con los ladrones de coches ¡si es que está todo inventado!) no se lo pensó dos veces y reunió a su cuadrilla:
-¡Que me vi hasé funsionario! Si me querei venirsen conmigo, si no os vai a cagá… ¡Qué voy en serio, pishas! No va a quedá un bandolero en toa la Sierra Morena!

Y fifty fifty, la mitad se fueron con “El Tempranillo” y la otra mitad se quedó en el monte…. ¡hay que joderse! A esas alturas de su vida va el tío y se hace un hombre de bien, si es que los españoles  no sabemos decir que no a trabajar pal estado, que se ve esto no viene de ahora…  Se retiró de la mala vida, ¡que creo que hacía hasta deporte! Montó su propia hacienda y se dedicó a vender exclusivas a la prensa extranjera, pa que contaran sus memorias y eso…  y ¡lo que es la vida! Lo acaba matando el 23 de septiembre de 1833, con 28 años, en una emboscada, su excolega “el Barberillo” ahí, a traición, “Bang, bang” y pal hoyo, que luego investigando sobre su frase final cuentan los testigos que “no dijo ¡Ay! Ni nada” Una pena, que con ese arte andalú fijo que de haberle dejado dice algo chulo, chulo…

miércoles, 13 de abril de 2011

IRENE DE XALLAS

Hoy voy a  hablar de un antídoto contra el aburrimiento, agente humanizador, buscadora de aventuras y rastreadora de la red: Irene de Xallas.
Irene sabe mucho de muchas cosas y lo que no sabe lo puede inventar (¡que también para eso hay que saber!)  y tiene una capacidad proverbial para elaborar Teorías…
Dice que de tener un Don elegiría el de la persuasión, lo que ignora es que  ya lo posee, además de una capacidad sobrenatural para convertir en anécdota casi todo lo que toca y una varita mágica que provoca sonrisas, cuando no carcajadas. Pero no es un hada madrina, es más bien una brujita buena.
Genial en sus contradicciones: Tiene fe ciega en las galletas del facebook, pero no se acaba de creer las estadísticas de Blogspot, le encantan las grandes hazañas, pero siente debilidad por los que yerran (¿hay algo más humano?) porque a Irene le gustan los héroes, pero la pierden los hombres. Capaz de perdonar cualquier cosa menos un chiste malo, porque lo del humor se lo toma muy en serio… 
Y además ¡ha nacido un 14 de Abril! Que es de los mejores días del año en que puede nacer alguien. Así que hoy… ¡!!! ESTÁ DE CUMPLEAÑOS!!!!
No le gustan nada las sorpresas, pero espero que esta forma de felicitarla le robe, al menos, una sonrisa…


¡Parabéns, compañeira!

Un pracer compartir contigo o que non é un blog de historia e un pracer aínda máis grande terche como amiga.

martes, 12 de abril de 2011

JOSEPHINE BONAPARTE


Marie Josèphe Rose Tascher de la Pagerie nació en la Martinica francesa el 3 de junio de 1763. Era la segunda hija de una familia bien, la típica que tenía una peazo plantación que flipas, con sus criados, sus esclavos, sus tatas y sus cosicas… Era la una niña pija normal, sin pretensiones, hasta que en la adolescencia consultó su suerte al hada mágica a una vieja hechicera y le dijo: “Quedarás viuda joven, pero reinarás un país” y a Josèphe esto le encantó, que lo de que te llaman su majestad e ir a recepciones reales y eso debía molar mazo…
Si algo bueno tenía el sigo XVIII es que lo de ligar para buscarte un marido no era un problema, ¡que te lo buscaban tus padres! Mientras tú estabas tan tranquila haciendo punto de cruz, bañándote en leche de burra o esas cosas de niñas ricas del romanticismo… Los Tascher decidieron casar la hermana de Josèphe, Catherine-Désirée, con Alexandre de Beauharnais, todo un señor Vizconde,  un partidazo de la zona al que además venía muy bien tener en la familia, por los contactos y eso, que los padres nunca dan puntada sin hilo, no os creáis, con tan mala suerte que antes de la boda la chica enferma y se muere, pero a grandes males, ¡grandes remedios!
-Oye, se nos ha muerto tu prometida,-dice el padre- pero tenemos otra hija, si te vale…
Y él, que se ve que estaba loco de amor, dice:
-¿Me quedo con la cachonda? ¡Por mi Perfect!
Porque no lo hemos dicho, pero Josèphe era un bomboncito criollo…
Total que se casaron, ¡el bodorrio del año! y tuvieron dos críos y a los pocos años Josèphe convenció a su marido de mudarse a Paris, que tenían pasta  a punta pala y ¡joder! París ya sabemos que era una fiesta. En la capital francesa se convirtió en la reina del glamour, que no había evento al que faltara, ¡un no parar! Que si en Versalles, que si en el palacio de tal, en el palacio de cual… Vamos que entre elegir modelitos por el día y lucirlos por la noche casi ni se enteraban del guirigay que estaba montando la plebe por las rues de París, que si la revolución francesa, que si no se qué… ¡bobadas! Bueno, bobadas hasta que empezaron a rodar cabezas, claro, porque la guillotina era la sensación del momento, que no había noble que se preciara al que el pueblo no tuviese ganas, y el marido de la Josèphe  no iba a ser menos, que se supone que estaba a favor de la república, pero consideraron que le ponía poco entusiasmo a la defensa así que en marzo del 1794 lo detienen a él y un mes más tarde a ella. Alexandre fue guillotinado en Julio, pero Paul Barrás, uno de los líderes del directorio Francés se fijó en Josèphe, en su interigencia, en su clase, en su savoir faire… Bueeeno, vaaale, ¡que le pareció que estaba buena y decidió perdonarle la vida! Y eso que como sabemos todos el físico no es importante, ¡eh!
La dejaron en libertad pero le expropiaron los bienes, y cuando la liberan se ve sola, madre soltera de dos criaturas y prácticamente sin un duro y… ¿Qué hace? Pues ¡se va de tiendas! que eso desestresa la leche, que ella con unos trapitos era más feliz que una perdiz, si ya lo dice el sabio pensador sueco, IKEA: “no es más rico el que más tiene sinó el que menos necesita” Y fue ponerse mona y que la empezaran a invitar a fiestas, que los parisienes son así.  Y parece ser que en las fiestas, bueno… ¡un no parar de ligar la tía! ¡Que se sabía todas las tácticas y no había maromo francés que no la deseara en su alcoba! Y, lógicamente, se hizo la amante del Paul Barrás, que es de bien nacida ser agradecida y le había salvado el cuello.
Lo que pasa es que ella quería recuperar su antiguo status, que no le valía solo ir de fiesta en fiesta así que, al más puro estilo Scarlata O’Hara, le prepara un enternecedor discurso a su hijo y se va al ayuntamiento de Paris para que le devuelvan las armas de su marido. Casualidades de la vida que estaba allí Napoleón Bonaparte, si  ya dice la canción que es caprichoso el azar. Se produjo el típico intercambio de miraditas, ella a atusarse el pelo, el otro a ponerse un poquito de puntillas para parecer más alto y “¿Cómo va eso?” “¿vienes mucho por aquí?” “Búscame en Facebook” lo de siempre…
Y a los que penséis que al amante de Josèphe le pareció mal es que sois unos retrógrados y no valéis para vivir a París ni na, que los franceses diferencian muy bien lo que es ser follamigos de lo otro, ¡se lo tomó genial! ¡¡Si hasta convenció a Napoleón de que se casara con ella!!
-¡Que es una tía muy de puta madre, Napo, en serio!
-Uy, no sé, es que me dicen por ahí que es un poco putilla casquivana y eso…
-Bueeeeeeeeeeno, ya salió el temita, ¡qué tontería! Que Josèphe es una joya, que te lo digo yo…
-Y además Josèphe es un nombre tan vulgar, si al menos se llamara Josephine, que es más chic…
Total que el 1796 se casaron por lo civil y fueron mazo de felices, la típica pareja en la que él se va a conquistar países y ella se queda en casa cocinando y poniéndole los cuernos.  Alguna vez incluso iba a animarle al frente y todo para motivarle para antes de las batallas. Así hasta que se casan por la iglesia y se coronan Emperadores de Francia en Notredamme  ¡solo les falta el hijo para el The End the novela romántica! Pero no llegaba, no llegaba… y a Napoleón empezaba a poderle la presión, que lo de tener un heredero lo petaba entre todos los emperadores /reyes y ya empezaban a vacilarlo con el temita, así que decidió buscarse otra mujer, María Luísa de Austria, que además era de una familia de nobles de toda la vida y le parecía que pegaba mucho en el trono de Francia, ahora que él era emperador… Y se lo cuenta a Josephinne:
-Josephinne, no eres tu, es que estoy en un momento complicado de mi vida y quiero un hijo. Te dejo, pero de buen rollo, ¡eh! Que no es nada personal, es serio, que eres unha tía mazo de legal y mazo de buena gente… Tú para lo del divorcio pide lo que quieras, que yo contigo quiero quedar de colegas y tomar un café y eso si nos vemos, de amigos, ¿sabes?
Y Josephinne a esas alturas ya no estaba  para llorarle a un hombre que además era más joven y más bajito que ella así que decidió alcanzar un acuerdo de divorcio que ya quisiera la Estaban: Pensión vitalicia de dos millores de Francos, la casa, el tratamiento de Emperatriz y ¡el DVD!
Napoleón conseguió procrear  y Josephinne consiguió tener una lista de amantes que ni Barney Stinson. Al final, con la de enfermedades venéreas que podría haber contraído se muere de la cosa más tonta… ¡un catarro mal curado! ¡El terror de cualquier madre española! Su última frase fue: “Yo jamás provoqué una sola lágrima” ¡Claro que no, Josephine! ¡Que eras buena!
Al enterarse Napoleón se pasó 2 días encerrado en sus aposentos llorando su muerte, y tardó en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches… ¿o ese fue Sabina?