CAPITULO 3:
LOS LEVANTAMIENTOS DEL DOS DE MAYO
PARTE I
El dos de
mayo de 1808 después de que Napoleón hiciese sus trapicheos en Bayona para
conseguir la corona y cedérsela a su hermano, que no todo lo puede hacer uno,
¡leches!, y además se estaba leyendo un libro muy bueno de : Ser Emperador
es Fácil si Sabes Cómo y allí ponía que delegar responsabilidades era la
base de un gran imperio y, a ver, tampoco era plan de llevarle la contraria a
un best-seller. Pues eso, que el dos
de mayo de mañanita a eso de las nueve llegó el general Murat (un cuñado trepa del Napo,
a la altura de Urdangarín el tío) a buscar al infante Francisco de Paula, que
se estilaba mucho por aquellas épocas cerrar tratos así, dejando hijos como
prenda, luego ya se inventó el DNI y se pasó la moda.
Pues allá
que llega Murat recién levantando, sacándose las legañas a buscar al niño:
-Nene, vamos,
ven conmigo, que están tu padre y tu hermano esperándonos en Bayona.
-Anda, pringao, ahora me voy a ir yo, sí. Si
están reponiendo Dragón Ball Z en Tele Madrid, que me he levantado a posta pa
verlo.
- ¡Que te
vengas neneee! Que allí te ponemos dibus
también, no sé, algo francés, Tintín o algo…
- Tintín es
de gays, gabacho, ¡anda y que te zurzan!
-¡¡QUE TE
VENGAS MOCOSO!!
-¡Uy, lo
que me ha dicho! Y sin tocar ¡eh! que soy infante, ¡que mi papi es rey! Ya verás
cuando se entere la plebe…¡¡Rodriiii,
hay aquí gabacho mu feo que quiere secuestrarme!!
Y el
mayordomo, Rodrigo López de Ayala, que estaba hasta las narices de los
gabachos, que se los encontraba en todas las esquinas, ¡¡50 000 en Madrid,
habrase visto!!, que cuando iba al mercado tenía que esperar siempre a que
compraran sus asquerosos quesos, que dejaban olor en todo: en el tocino, las
manitas de cerdo, las tripas…¡todo con olor a roquefort! Decidió que ya era suficiente,
que eso lo cortaba él por lo sano, ¡anda que no! ¡Se apresuró a la ventana, la
abrió y y gritó el famoso:
-¡Pueblo,
alcen las armas, que se llevan al infante!
Y desde ahí
ya una locura…”¿Que se llevan al infante?” “¿Como que se llevan al infante?”,
“¡Paquito coge la escopeta y vete a palacio que me ha dicho a mi Carmen que los
gabachos se quieren llevar al niño!”, “¡Meterse con niños, eso es tan
francés!”, ¿Que los franceses son unos comeniños?”, ¿Que en el palacio hay un
niño comiendo un francés ?”, “¿Qué?”, “¿¿Cómo??”, “Uy, un corrillo de gente voy
a ver qué pasa”, “¿Manolo a donde llevas la escopeta?” “No sé, todo el mundo
anda con ella por la calle”, “Bueno , si lo hace todo el mundo…”
Y a pesar de
que la cosa empezó con un corrillo de decenas de personas, acabaron siendo
miles las que tomaron las calles de Madrid armadas hasta los dientes con todo
lo que tenían a mano: palos, piedras, agujas de coser…
Ante esto
Murat se acojonó, que era sabida en toda Europa la fama del macho ibérico, ¡que
eran mu brutos, leñe! y él era muy francés y muy fragilito, así que decidió
darle una llamadita a las tropas francesas que habían cruzado a invadir
Portugal y se habían quedado a vivir en Madrid, comiendo callos y bailando
chotis:
-Hola, ¿es
ahí la guerra?
-…
-Murat al
aparato. Que digo yo que con 50 000 franceses en Madrid bien podría venir
alguno a echar una mano, que tengo a los españolitos mu revueltos. Y además
estamos en mayo, y los mayos, ya sabe usted que los carga el diablo. Mes de
revoluciones de siempre.
-…
-Que me da
igual que se hayan aficionado a los toros y al vino español, un francés, es un
francés y debe luchar por la patria, tirar camiones de fruta y meterse con los
deportistas españoles. No vamos a cambiar eso a estas alturas.
-…
-Bien, bien,
nos vamos entendiendo. Pues me envía un batallón de infantería, un escuadrón de
caballería y dos piezas artilleras pa que se calme la chusma. ¡Lo van a flipar!
Y los
franceses, que no tienen sentido del humor ni entienden nuestras idas de olla,
ni na, ¡¿no se ponen a disparar los muy hijos de las Galias?! Así, sin avisar
ni nada, sin un “sujétame François, que no respondo...” ¡A mala fe! ¡¡Doce
madrileños se cargaron con esa tontería!!
Eran las
diez de la mañana, y España acababa de entrar, aún sin saberlo, en la Edad Contemporánea.
Los madrileños se echan a la calle en masa, y comienzan a cazar franceses a lo
loco, venga todos pa la saca. Entre
las diez y las once y media dan muerte a un montón de gabachos
tranquilotes que paseaban por las calles sin enterarse de la movida. ¡Si es que
habían empezado ellos, jopé!, y nosotros somos de sangre caliente, que igual
mañana nos arrepentimos, ¡pero hoy te mato, te mato y punto!
Y mientras
el pueblo estaba dando el callo por las calles de Madrid, ¿qué hacía el
ejercito?. Pues la mingurria ejército que teníamos, de 3000 personicas, estaba
en el cuartelillo cruzado de brazos y murmurando: “qué movida, qué movida,
chaval”, que a ellos le habían dado órdenes de no intervenir , y si hay algo
que caracterizaba al ejército español era la obediencia, eso, y el afán de no
meterse en líos, que ya venían escaldados de Trafalgar, que sabían que eran un
pelín gafes, así que cuanto menos batallas mejor para todos, ellos mientras la
plebe perdía la vida por defender el país, pues se hacían una partidita de
damas o de billar, al que Fernando VII era un gran aficionado.
Mientras,
los franceses fueron arrinconando a miles de madrileños en la Puerta del Sol, y
allí los tenían, encerraditos a la espera de los mamelucos, que para el que no
lo sepa eran unos soldados mu malos y
mu fieros que se había traído Napoleón de Egipto, esclavos en su mayor parte.
Los madrileños hicieron lo que pudieron, y algún mameluco mataron y todo, pero,
a ver, que ellos eran muchos más, ¡¡y tenían caballos!! Pronto la revuelta es sofocada, con decenas de bajas españolas y cientos de prisioneros.
Era la una del mediodía, y la manifa, como todas en España, había sido
dispersada por los antidisturbios a golpe de porra, hay cosas que con el tiempo
no cambian en Sol...
Continuará...