CAP
4: Como enchufar a tu hermano y que se note.
(viene de aquí)
Y los
próximos meses José estuvo un poco depre, esperando acontecimientos y siguiendo
por twitter la que se estaba liando en lo que iba a ser su nuevo país, que ya
os contaremos más adelante, ¡pero telita la que se había liado en España! Que
si batallas, resistencias, sitios, guerrillas, vamos una guerra con todos los
complementos…
Así hasta
que en Julio su hermano le envía la Constitución de Bayona, ya como último
trámite para ser coronado rey y José, fingió leerla así por encima, aunque era
un tostón, porque había un notario mirando y queda raro firmar algo sin fingir
leer antes, que parece que no te interesa ni ná… y ya le dio luego a “acepto
los términos y condiciones de reinado” y con todo listo, le dijo a la parienta
que empezar a a embalar todo que se mudaban a Madrid…
-¿A Madrid, Churri?
No sé, no sé si me va a gustar esa ciudad, que ya sabes que dice la Beckham que
huele a ajo…
Y el 20 de
Julio entra José en Madrid, con el país en plena guerra, la peña picadísima con
todo lo que fuera francés, sonara francés o hubiese estado alguna vez en
Francia aunque fuese de vacaciones… Así que entró con unas medidas de seguridad
que ni el Papa, bueno, el papa si que el papa tiene un papamóvil blindado y
José Papamovil no tenía ni se había inventado los cristales blindados pero por
lo demás: la poli, los antidisturbios, te pedían el DNI y habían prohibido
cabalgar por el centro…
La pena fue que
la comitiva quedó muy deslucida porque no había ni un alma aplaudiendo, ya
sabéis, ondeando unas banderitas, tirando confeti, gritando un ¡viva el rey!
Esas cosas que quedan muy bonitas de ver cuando llega un nuevo monarca a un
sitio, pero nada…
Eso ya fue
lo que terminó de sumir a Giuseppe en la tristeza, por la noche antes de ir pa
cama, mirándose en el espejo del Baño recordaba lo bien que estaba en Nápoles,
y a su amante Napolitana, que en Madrid ni de coña se le iba a ocurrir buscarse
una amante, que tal y como estaba el patio lo mataba durante el cigarrito de
después fijo, fijo…
De todas
maneras José también era un tipo decidido así que se propuso que se iba a tomar
en serio lo de ser rey y lo iba a hacer muy bien, muy bien, muy bien, y además
se iba a ganar el cariño de los españoles “¡Claro que si Giuseppe!- se decía
-¡porque tú lo vales!”
Pero a pesar
de esta motivada que se metió la realidad, que es muy puta, no le dejó
fantasear mucho tiempo, porque a los dos días las tropas francesas tuvieron una
derrota del 15 en Bailén, (de la que hablaremos más adelante, que merece la
pena conocer) y tuvo que huir a Miranda del Ebro… Allí volvió a tener esa
conversación consigo mismo y volvió a subirle la moral, se compró una molesquín
y en ella anotaba ideas para caerle bien a los españoles. Le llamaba Mi
cuadernillo de ideas para caerles bien a los españoles y tenía
puestas cosas como por ejemplo:
-A los
españoles les gustan mucho las fiestas. Hacer fiestas.
-Los
españoles con un cubata en la mano se creen que lo saben todo, darle muchos
cubatas a los españoles que piensen un poquito como yo.
-A los
españoles le gusta mucho tomarse algo en las terrazas. Hacer muchas plazas para
que los bares puedan poner terracitas.
-Los
españoles se pican mucho con el tema impuestos. Mirara algo para reducir las
cargas fiscales y racionalizar la Administración real.
Y cosas así.
Pero se le olvidaba a José que como le caigas mal a un español así de entrada
vas listo para cambiarle de opinión. ¡Si es que somos mucho de primeras
impresiones! Así que cuando intentó llevar a la práctica estas medidas lo que
consiguió fue agudizar el ingenio patrio para poner motes, que en eso,
cuidadito, ¡somos primera potencia! Y la peña andaba llamándole Pepe Plazuelas
o Pepe Botella… ¡unas risas! Mazo de monólogos sobre él y no había squetch
humorístico en el que no lo imitaran…
La estancia
en Mirando del Ebro tampoco se prolongó mucho, porque como estaba el tema
belicoso y venga tiros por todos lados pues se consideró que la vida del recién
estrenado monarca también corría peligro allí asi que en Septiembre se tuvo que
pirar a Victoria. Eso sí, con la Tontería se estaba haciendo un tour por el
norte de España guapo, guapo…
Lo que pasa
es que a Napoleón cuando le cuentan que la cosa en España se estaba complicando
tanto y que su hermanísimo se tenía que mudar casi cada mes coge un cabreo de
muy señor nuestro…
-¡Pero será
posible que seáis tan inútiles, pardiez! No si voy a tener que ir yo en
persona… ¡es que ya no puede uno delegar, no puede… Os mando ahí para que me
zanjéis el asunto de la guerra y me tenéis a Giuseppe de aquí p’allá que parece Labordeta!!
Y vino él en
persona, a ver si zanjaba el tema de la guerra en la península que ya se le
estaba haciendo larga de más, ya os contaremos los pormenores de la visitilla,
que tiene miga… pero resumiendo después de que viniera el emperador a dar
candela José pudo por fin volver a Madrid.
-Oye, Napo,
Gracias, tío… ¡es que como son estos españoles, como son!
-Mira, Jose,
que somos hermanos y no quiero picarme pero... ¡ahora vigílame esto por Dios!
Que si supieras la liada toda que tengo montada en Europa… No quiero agobiarte
ahora con mis problemas pero pon un día las noticias en el canal internacional
y vas a flipar, ¡que salgo yo casi todo el tiempo! Y… ¡leñe! Contrólame esto
que uno es emperador pero también es persona y no puede estar en todo. ¡A un
emperador de la France también le gusta tener sus minutillos de relax, eh!
Y se fue
Napoleón y José puso en marcha sus medidas, ¡que eran buenas, eh! Pero la gente
a esas alturas de la película tenía mucha ojeriza a todo lo francés… y además
ya le habían cogido gustillo a lo de insultarle y no había respeto ninguno
hacia él. Así que cada abuso del ejército francés lo acababan pagando con José,
que a lo mejor de cara a la batalla no influía mucho, pero era una forma de
desahogarse como cualquier otra.
José, que
seguía empecinado en hacer amigos, empezó a buscarlos entre los afracesados que
era como se les llamaba a los españoles que no odiaban a muerte todo lo que venía
de más allá de los pirineos y estaban dispuestos por lo menos a escuchar las
ideas que proponía el nuevo monarca para ver si eran mejores que las de los
borbones. Pero… ¡casi no había! Porque estaba muy mal vista esa posición... Y
esto jodía mucho a José, que cada vez se sentía más solo y más desilusionado
con el trono, que estaba todo el tiempo poniendo en el Facebook estados
depresivos y compartiendo fotos cursis de gatitos con frases como “Quien tiene
un amigo tiene un tesoro” “dale me gusta si tú también crees que te
infravaloran y no ven tus buenas intenciones” “comparte esta foto si un país te
ha defraudado” Y ya en enero la situación se hizo insostenible y le mandó un
mensaje privado a su hermano quejándose de todo.
“Napo, estoy
fatal, supe triste… que tu sabes que yo soy de buen corazón, que lo pongo todo
por la gente y aquí no hay ni un solo español que muestre afecto por mí , solo
un poco los que me acompañan, por eso que el roce hace el cariño, pero… ¡jopé!
No me dejen darme a conoce y demostrarles que soy muy buena gente, un tío mu
majo, como dicen ellos… Nada, no tengo ni un único partidario… ¡todos parecen
odiarme!”
Y Napoleón
le contesto con algo así como:
“venga,
brother, no te rindas! Lo que te pasa a ti es que eres muy bueno, un peazo de
pan, y claro, la peña no te toma en serio… ¡pero te vas a ganar el afecto, ya
verás! Si buenos somos los Bonaparte cuando queremos algo! Recuerda que el que
la sigue la consigue… ¡Besis!
Y José, que
era mucho de sobreponerse a la tristeza y animarse en seguida pues… ¡borrón y
cuenta nueva! Y así estuvo un par de añitos, haciendo reformas que beneficiasen
al pueblo a ver si por esas se ganaba su afecto y aprobación, aunque ya os
avanzamos que no… Pero se tomó tan a pecho lo del reinado que en el 1810
incluso dirigió personalmente al ejército francés en la campaña Andaluza.
Tenía días súper
motivados, sobre todo cuando se empezó a liar con alguna española, que a José
siempre le habían perdido las mujeres, y pensaba que si ya había quien se
animase a ser su amante igual no estaba todo perdido que igual que conquistaba
el afecto que de una Española podía conquistar el de España entera, era así muy de
grandes ideas el tío... Pero nada, ¡que no había manera! Que en cuanto se
descuidaba ya estaba poniéndole motes y riéndose de él a sus espaldas ¡y así
no!
Dejó el País
en 1811 para ir a París al bautizo del hijo de Napoleón y ya con el café volvió
a rallar a su hermano.
-¡jooo!
Napo… ¡que no se me da nada bien lo ser rey de España! ¡Déjame renunciar, anda!
¡Déjame! De hecho renuncia tu también si es que… ¡pa que quieres ese país? Si
ya tienes mazo de terrenos…
-Mira, José,
¡que me tienes hasta las pelotillas! ¡Que me estás dando el bautizo! ¡Que aquí
no va a renunciar nadie! Y que España la vamos a conquistar sí o sí. Es cierto
que la cosa se nos está prolongando un poco, pero ya dice un refrán que oí yo
por ahí que “Zamora no se conquistó en una hora” Así que ya el tiempo pondrá a
cada uno en su sitio.
Y vaya si lo
puso.
Total que
José volvió aquí a nuestra piel de Toro a lidiar con más guerras y más
rollacos. Cuando se promulgaron las cortes de Cádiz (de las que también
hablaremos más adelante… ¡¡estamos dando mazo de Spoiler en este capítulo,
eh!!) Pensó que por fin alguien con talante en España, que igual por ahí podía
empezar a hacer amiguitos, que lo de redactar una constitución era mazo de
progre y mazo de liberal e intentó hablar con la peña para ver si podía dar
ideas, ir luego a tomar un coffe
juntos y esas cositas, ¡pero nada! ¡Que se pasaban mazo con él! Que ya veis que
tampoco era tan mala gente el chaval, que tenía buenas intenciones pero era un
no parar de ignorarle todo kiski… Además eso coincidió con un montón de derrotas
francesas y bueno… la peña se venía arriba y el odio al francés pues cada vez
mayor. Ahí empezó otro periplo el pobre monarca tratando de mantenerse más o
menos fuera de peligro: de Madrid a Valencia, de Valencia otra vez a Madrid, de
ahí a Victoria, hasta que en Diciembre de 1813 Napoleón se da por fin cuenta de
que lo de España no compensa, firma el tratado de Valencia y el bueno de
Giuseppe puede por fin abandonar este país donde taaaanto había pasado de él y
tanto se habían burlado…
Y vuelve a París,
donde Napoleón le nombre Lugarteniente del imperio. Pasa una época mazo de
feliz allí, comiendo Croissants, llevando boina de lado y foulard, ¡esas cosas
que hacen los parisienes chic! Y así, entre Francia y Suiza pasa unos años,
hasta que Napoleón es definitivamente derrotado en la batalla de Waterloo y
todo su clan es expulsado de la France.
¡Y ahí es
cuando José es feliz de verdad!
-Ahora si…
¡me piro pa América! Que he leído que es una tierra de mazo de posibilidades,
voy a comprarme un ranchito en New Jersey, le voy a llamar Point Breeze que
suena así como súper guay y allí quien quiera venir a verme que venga, que pa
los colegas siempre voy a tener una cama y algún queso francés, ¡pero no me
sacan ni arrastras!
Porque José
tenía unos ahorrillos, que quien guarda siempre tiene y él tonto de todo no era
así que mientras estaba por aquí fue haciéndose con un pequeño ajuar, sus
recuerditos lo llama él, que había sido siempre muy de guardar cositas: que si
un cuadro, que si unas moneditas de oro, algo de plata, que si unas plantas
preciosas pero muy raras del jardín botánico. Vamos, que cuando se piró de
España llevaba ni se sabe cuántos carruajes de cosillas que había ido cogiendo…
¡detalles! Así que cuando se les acabó el chollo a los Bonaparte pues tenía una
fortunilla.
Y allí
estuvo un montón de años, recibiendo a todo cuando mandatario o ex combatiente
del ejército francés quisiera ir a charlar o contar batallitas, que ya hemos
dicho que José era muy dialogante. Y en sus ratos libres le escribía Cartas a
Napoleón, que estaba exiliado en Santa Elena, contándole sus cositas y leyendo
las anécdotas de su hermano.
Pero hasta
de una vida tranquila puede cansarse uno, y José siempre había echado de menos
Europa, que mola más que América, tiene más museos y más cositas…. ¡mas
recuerdos! Así que en 1932 Se muda a Liverpool, y luego a Londres, donde en
1840 sufre una apoplejía que lo deja un poco p’allá. Visto como estaba el pobre de malito el gobierno Francés le
deja entrar en el continente, que se lo tenía prohibidísimo por como la había
liado su hermano y él siempre siguiéndole el juego… Y se va a Florencia.
¡Menudo periplo el tío! ¡Si es que se hizo más recorridos que los reporteros de
Callejeros Viajeros! Y por que se murió ya en 1841 que si no a saber donde
habría acabado…
3 comentarios:
Bueno, aquí somos así de cazurrillos, que cuando se nos mete algo entre ceja y ceja no hay quien nos lo saque de ahí, pero este rey hubiera molado más que el botarate de Fernando VII que vino después. Tan "deseado" fue como luego defraudó a todos.
Pero claro, imponer a un rey que es hermano del fulano que te invade el país y te declara la guerra es empezar con mal pie, aquí y en la Cochinchina.
Eso no era un Rey, era un mochilero de Erasmus. Madre de Deu cuanta kilometrada en sus pinrreles. Espero que el estudio antropométrico de pronador o supinador se lo hicieran bien en el Decathlon de la época si no los tobillos se le van a resentir.
Raindrop, es que claro, si no hubiese sido enchufado por el enemigo igual lo hubiésemos mirado con otros ojos...
Maeglin, JAJAJJAJAJA, ahroa me estoy imaginando a José I en Decathlon... jajajaja
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