Se llama Freud, pero
se pronuncia Froiz, como los supermercados. Es el padre del
psicoanálisis, de la terapia del habla. A él le debemos agradecer
el hecho de que tu novia lo quiera arreglar todo hablando, de que tus
amigas te den la lata durante horas al teléfono hablándote de su ex
(bueno, eso también es un poco culpa de Bell) y de que los hombres
de los que nos enamoramos nos aburran soberanamente con sus traumas
de la infancia. Con él empezó la modernidad, el vamos a hablar
durante horas…¡¡Joder, Sigmund, menuda has liado!! ¡¡Que a ti,
al menos, te pagaban, majo!!
A ver, que lo de
hablar es lo de menos, que Sigmund era un hombre y él, como
cualquier hombre, pensaba en lo que pensaba, concretamente en sexo.
Siempre. A todas horas. Desde que tenía uso de razón. Sexo. Y
cuando le decían eso de: pues cuando
estés salido imagínate a tu madre, Sigmund
no se andaba con rodeos: Andaaa, a mi
madre, a esa si le tengo yo ganas desde hace tiempo…
Pero empecemos por
el principio, Sigmund nace en la República Checa un 6 de Mayo de
1856, hijo de un comerciante de lanas y hermano mayor de cinco
hermanas, cuando tiene 5 años ve desnuda a su madre y jamás logra
superar el trauma, si a esto le unimos el vivir aguantando los
síndromes premenstruales de 6 mujeres, el resultado no podía ser
otro. Le hubiera podido pasar a cualquiera.
Estudia medicina en
la Universidad de Viena y al terminar se queda con una beca de I+D (
¡Ay! el siglo XIX, ahí si que se invertía en investigación.¡¡Que
inventacos!!) Ahí, en sus años locos de estudiante (Todos hemos
visto American Pie) descubre la cocaína y se hace firme defensor de
esa droga tan cool. Escribe un montón de artículos ensalzando sus
propiedades e incluso experimenta un poquito con un amigo suyo,
Ernest Jones, que era adicto a la morfina:
-Nes, en serio,
¿morfina? ¡Que atraso, chaval! Te voy a dejar aquí lo más IN en
drogas, recién salido de la Uni, esto te va a curar todos los
males, te va a poner como una moto y te hará un hombre nuevo en dos
días.
Lo que no tuvo en
cuenta Freud fueron los efectos adictivos y secundarios, así que el
pobre Ernesto sumó una adicción más a su lista y acabó muriendo
por esto. (Aquí es donde hacemos el inciso de que la droga mata,
niños. Droga, caca. No intentéis nunca esnifar ni inyectaros nada
en casa sin la supervisión de un adulto)
Con el susto del
empeoramiento de su amigo toxicómano y eso, Freud decide cambiar de
vida y hacerse un hombre de provecho. En 1886 se casa con Martha
Bernays y abre una clínica privada especializada en desordenes
nerviosos. Empieza a tratar trastornos de histeria (asociada hasta
entonces con el noble hecho de tener útero) y la neurosis, con
métodos tan fiables como la hipnosis o la asociación de palabras.
Pa mear y no echar gota, Sigmund. ¡¡Tocate los huevos, Mariloli!!
Que conseguir ser respetado con semejantes chorradas merece que se
quiten el sombrero. Al ver que el chiringuito iba viento en popa, ya
se creció y compró un sofá, así rollo diván, para ver si los
pacientes poniéndose cómodos empezaban a largar, lo que
comúnmente se conoce como “el efecto peluquería”. Que así, no
hacía falta ni sonsacarles, ni atenderles, ya se curaban ellos
sólitos. Que mientras los pacientes estaban ahí con sus ralladuras
mentales, sush líosh europeos (aquí ) y sus cosas, Freud pintaba monigotes y
hacía sudokus nivel avanzado.
En 1899 escribe La
interpretación de los sueños,en
donde hace un análisis profundo y exhaustivo de los sueños de sus
pacientes, intentado llegar a las conclusiones más lógicas
posibles:
-He
soñado con un peine...
-Falta
de pene.
-En
mis sueños me atacan caballos...
-Aham... falta
de pene.
-Tengo
pesadillas con ratas...
-Mmmmm
...déjame pensar... Falta de pene.
-Pero
si soy un hombre, soy heterosexual, y me voy a casar pal mes con mi
novia...
-¡¡Me
da igual!! Fal-ta-de-PE-NE
Esto
a Freud le va de maravilla, que se ve que en el siglo XIX había una
falta de pene loca. Así que le empiezan a llover los reconocimientos
y los premios. Sigmund flipó mucho, porque es pa flipar, y se pone
más contento que unas pascuas:
-¡¡Toma,
toma!!¡¡Flipa, flipa!! La liada padre, anda que si os gusta esto
tengo unas teorías sobre la infancia que os van a dejar a todos
locos.
Y
ahí ya deja volar la imaginación con la fase oral, la fase anal, la
fase fálica, con el complejo de Edipo, con la envidia del pene que
desarrollan las niñas cuando se enteran de que no tienen colita...
En
fin, unas teorías apasionantes que es mejor que os las explique
Freud en persona porque a mi me da la risa... Se sigue creciendo con
el ello, el yo, y el superyo, con
la líbido y las pulsiones ...(En serio, no os voy a explicar nada de
esto, abrid ahí una ventanita con el google, ¡¡hacedme el favor!!)
En
1938 empezó a tener problemas con la Gestapo, porque él era un
poquitín judío, y quemaron todos sus libros públicamente. Le
hicieron mazo mobbing y al final se acabó marchando del país, pero
antes tuvo que firmar un papelucho, de esos como los que te hacen
firmar los médicos en las operaciones para curarse en salud,
asegurando que el régimen nazi lo había tratado con mucho respeto.
Freud lo firmó sin problemas y hasta les dejó una dedicatoria y
todo: Recomiendo calurosamente la
Gestapo a cualquiera.
Se
fue a Londres y se dedicó a dar charlas sobre penes y niños salidos
y de histéricas y de falta de sexo, de ahí el mito de la mal
follada (Esto me lo estoy inventando yo, pero creo que es verdad).
Sus últimos años estuvo muy malito porque tenía cáncer en el
paladar (sus papás seguro que le habían lavado muchas veces la
boca con lejía por decir tantas barbaridades) y al final, y después
de 33 operaciones que le produjeron diversas dificultades en el
habla, acabó pidiendo al médico que acabara con su sufrimiento.
Murió el 23 de septiembre de 1939 después de que le administraran 3
inyecciones de morfina.
Por
último me gustaría destacar ciertas curiosidades de este genio (o
de este loco, ¡¡siempre es tan fina la linea!!). Le tenía fobia a
los helechos y al número 62, sólo tenía tres trajes, tres mudas de
ropa interior y tres pares de zapatos, aprendió el castellano él
sólito en su época de estudiante para poder leer a Cervantes en su
lengua original y, sobre todo, era un cachondo metal que te cagas.
Después de pasarse la vida hablando de sexo era capaz de
sorprenderte con golpes de efecto como : Señores,
a veces, un cigarro es sólo un cigarro. O
cosas como: La gran pregunta que todavía
no he podido responder a pesar de mis treinta años de investigación
femenina es ¿que quiere una mujer?. Y yo me pregunto: Simón,
después de todo lo leído, ¿en serio hace falta que contestemos? Pues lo que quiere todo el mundo. ¡¡ UN PALOOOOOO!!
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