lunes, 23 de septiembre de 2013

CRISTÓBAL COLÓN (parte II)




Total, que despues de todas las peripecias (aquí) con los permisos reales y un vale para un barco y provisiones Colón le dijo  a la Bea que se iba a por tabaco y se piró pal puerto de Palos. Allí colgó un papel en la puerta de la iglesia, que era el Info Jobs de la época poniendo que se buscaban hombres para una aventura que lo iba a petar, ¡ir a Japón por el otro lado! Y los de Palos se descojonaban leyéndolo a la salida de la misa de doce. ¿Pero quién es el pirado este? Que aunque estemos en Huelva ¡esto es Palos, no es Lepe! ¡Que nadie va a picar en la chorrada esa de que la tierra es redonda! Y ni un currículo de marinero aventurero le mandaron. Ya estaba el pensando en utilizar el permiso que le habían dado los reyes católicos para  reclutar presos, que así de entrada no le molaba mucho, ¡que hay cada uno en las cárceles! Pero mejor que nada… En esas cavilaciones andaba cuando se hizo colega de los Hermanos Pinzones (Martín, Alonso y Francisco),  les contó su proyecto y a estos les pareció la monda lironda. Caerle bien a los Pinzones era como caerle bien a un tuitstart y que te haga RT a lo loco, a la peña de repente le empieza a interesar  lo que dices, y consiguió los 90 followers necesarios para partir a la aventura.
Los Pinzones, a demás de hacerle RT se embarcaron con él y aportaron dos carabelas: Martín, La Pinta y Alonso, La Niña. Francisco, el pobre, no tenía y fue en la Pinta de acoplado. Junto con la Santa María (que no era carabela, sino nao, que molaba más porque había sido construida en Galicia) el 3 de agosto de 1492 partieron del puerto de Palos. Tuvieron que estar en Canarias, en la Gomera, hasta el 9 de septiembre, porque La Pinta no había pasao la ITV por el timón, y tuvieron que arreglarlo y ya de paso le pusieron unas velas nuevas, cuadradas, que pillaban el viento de un bien que flipas, ¡la nave más rápida de la expedición!
Y así por fin partieron a la nueva ruta.
Al principio era todo chupi guay, ahí contando anécdotas y cantando canciones marineras, pero cuando llevaban un mes navega que te navega, sin una puta isla pa parar a comprar el Marca y Colón repitiendo por enésima vez su naufragio en Portugal, pues los de la Santa María se amotinaron un poquito…  Y ya Colón le mandó un sms a Los Pinzones, que tenían mucho don de gentes, para que calmaran a peña… Fueron allí y soltaron un discurso tope de motivador de que ya estaban llegando, de que ya verían lo que molaba la peña asiática y lo bueno que estaba el sake…  Y los calmaron,  pero un par de diítas solo, que luego el cague se contagió al resto de las embarcaciones, que llevaban ya mucho trayecto sin ver tierra… y a ver si al final era cierta la primera impresión y el Colón estaba como un cencerro, que la culpa ya era de ellos por hacerles caso…
Con el ambiente así  de enrarecido los capitanes decidieron que si en un par de días no veían tierra pues giraban los barquitos ¡Y de vuelta pa Palos! Con tanta suerte, que en un par de días, 12 de Octubre, Rodrigo de Triana grita lo de ¡Tierra a la vista! Y pocas horas después llegaban a las Bahamas, que ya es puntería de cojones tener todo un continente esperando pa que choques e ir a dar a una isla.
Y ahí se bajaron en plan ¡muy bonito este lado de Las Indias, eh! Que llegamos siempre por el otro y fíjate que playacas había aquí, que aguas cálidas, que paradisiaco todo. Y claro, cuando le llegaron los nativos en bolas ya fue el flipe máximo: ¡y qué modas!
Pero ellos no habían ido allí a hacer turismo, sino negocios y lo tenían muy clarito, así que se pusieron el uniforme de los Scouts y… ¡venga a explorar! Que tiene mérito, llegar al Caribe virgen y ponerte a buscar especies en vez de quedar a mojitos en la playa… Pero nada, se pusieron en plan ¿Dónde está el Gran Kan? Que hemos venido aquí a hacer negocios, ¿y el oro? ¡Compro oro! ¡Compro oro! Que yo creo que  más de un marinero se colgó al cuello el cartelito pa ir dejando claras las intenciones… Y por primera vez que se escuchó en el Caribe lo de “me estás estresaaaaando”  ¡Normal!
Los navegantes españoles siguieron investigando la zona, buscando el esplendor asiático del que tanto se hablaba. Hasta que el 16 de enero de 1493 Colón decide regresar con la Pinta y la Niña, pues la Santa María había tenido ya un percance, digamos que ahora en vez de Nao era El Fuerte de Navidad de La Española,  donde quedaron 40 voluntarios controlando todo. Para que losReyes Católicos creyesen de que efectivamente había llegado a las indias, Colón se cogió los típicos souvenires: unos collares, unas piñas coladas, unos papagayos, unos indígenas… Ya, con lo de los indígenas se pasó un huevo, pero les vendió lo de la relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor y los lió.
Total que vuelve a la vieja Europa, y mientras que la Niña llega a Portugal, la Pinta llega a Bayona, los primeros sitios donde cuentan toda la movida. ¡Bueeeeno, bueeeeeno! Hemos encontrado un sitio que os va a encantar, no queremos hacer spoilers pero ¡los gallegos vais a emigrar en masa!
Luego se lo cuenta también a los Reyes Católicos, que fascinados por la historia de lo chulo que era todo y que había oro a espuertas le preparan otra expedición a la que Colón lleva a su familia y  para que se presentan más marineros que pal casting de Gran Hermano. Con todo listo vuelve a América, digo al este de Asia (ejem, ejem)  con el objetivo de explorar un poquito, colonizar si veían que tal y llevar la fe católica a los pobladores.
Cuando llegan se llevan el primer chasco al ver que los descubridores que habían quedado en el Fuerte de Navidad habían sido asesinados (que menudo palo se debieron llevar también los indígenas que cuando pensaron que se había acabado el problema ven llegar una segunda expedición de los colgados de Compro Oro) El segundo era que seguían sin encontrar ni una maldita tienda de Los Chinos y bueno… joyerías con oro y diamantes ¡ni la primera!  Por no encontrar no encontrado ni continente, ¡que todo era islas, jopé! Por eso muchos ya se piraron al poco de llegar y volvieron a España para poner a Colón a caldo, que cuando volvió él tuvo que hacer la ostia de platós para lavar su imagen. La parte positiva es que los pueblos con los que iban tropezando pues eran facilillos de conquistar, las cosas como son… ¡nada que ver con expulsar a los moros de la península!  Colón emprende el viaje de vuelta en enero del 1494, después de haber fundado en La Española la primera ciudad, a la que le llamó La Isabela, por hacerle un poquito la pelota a la Reina, más que nada…
Estuvo dos años en España, y  todas las noticias que llegaban de las nuevas Tierras era que había islas e islas e islas (ninguna Japonesa, por cierto), pero ni rastro del continente asiático... Así que en el 1496 emprende un 3º viaje, empeñado en encontrar las costas de China fuere como fuese. Se pone a explorar y llega a la desembocadura del Orinoco, en las costas de la actual Venezuela, tocando por primera vez el Continente Americano.
-¡Ala! ¡El continente asiático! ¿Contentos ahora? ¡Venga a buscar el camino a Pekín!
Pero ahí a aparecieron los primeros listillos
-A ver, Cristóbal, en serio… ¡esto no Asia es, tío! Tú fíjate bien, ¿te parece chinesa esta peña morenita en taparrabos? ¡Busca una geisha, a ver si la encuentras!
Y a Colón ya todo este asunto le provocaba un estrés tan loco que, bueno, se empezó a poner violento con con todo quisque, le daba igual que fuesen indígenas o españoles de la madre patria...  Hasta tal punto que le llegaron quejas a los Reyes Católicos e enviaron a Francisco de Boadilla pa que fuese a quitarle todos los poderes (poderes políticos, eh, mágicos no tenía), lo encadenara y lo trajera de vuelta a España.
Ya no conseguiría recuperar sus privilegios, pero en reconocimiento a todo que había liado tampoco fue a la cárcel. Y como seguía erre que erre con que podía encontrar un camino que llevase a las civilizaciones asiáticas consiguió que le embarcasen en un cuarto viaje en el 1502. Con 51 años, un pureta de cuidado, vuelve con el objetivo de buscar un paso marítimo que le lleve a la costa de Asia. Llega, entre muchas vicisitudes a Panamá, y está a puntito de descubrir el océano Pacífico, pero se cansa antes y retorna…
Entre temporales, problemas de poder con los gobernadores españoles y problemas con un molusco hijoputa que se comía la madera de los barcos pasa los últimos meses en Jamaica hasta que en septiembre de 1504 consigue volver a embarcar rumbo a España para morir en Valladolid el 20 de mayo de 1506.
¡Y no se acaba aquí la historia, eh! Que el amigo viajó casi tanto en cadáver como en vivo: estuvo enterrado en Valladolid, Santo Domingo, la Habana, Cádiz, Sevilla… y claro, con tanto trasiego su reposo final es casi tan misterioso como su origen, que supuestamente está en la Giralda pero en Santo Domingo dicen que tienen una cajita donde pone claramente “Cristóbal Colón. Restos Mortales” Es que ¿a quién no se le han perdido unos huesos en una mudanza?