miércoles, 19 de diciembre de 2012

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA




 CAP 2: MOVIDÓN EN BAYONA  O QUE RULE ESA CORONA.
(PARTE II)
(primera parte aquí)

Los reyes padres, por su parte, se abrieron para Madrid el 9 de abril. Carlos tenía un cabreo de muy señor nuestro:
-Esta no es manera de hacerme abdicar, no señor. Se puede decir que me obligaron, y va el hijo rana que me ha salido y se agencia la corona. Si ya no hay respeto por nada, en mis tiempos se esperaba a que el padre de uno falleciese para heredar. Pero no se va a quedar la cosa así, vamos hombre, ¡que de mi no se ríe ni Santa Rita bendita!

Mientras tanto Napoleón le hacía la pelota por igual a unos y otros, ya tenía el plan montado, como veréis a continuación: cuanto más confiasen en él, más fácil le sería después mandarlos a todos a tomar viento. No cabía en si de gozo de tanta inteligencia que le había dado el destino:
-Jopetaaaas, es que con España y Portugal de Europa ya no me queda casi nada por conquistar… y luego me pongo con Rusia… hay que ver, pero qué listo que soy, ya decía mi madre que iba a llegar alto.  Voy a llamar a los zoquetes esos, así me río un rato. A veeeeeeeeeeeer, creo que los tengo a los dos en contactos… mmm… efectivamente. Esto ya da tono, a veeeeeeer…
-Carlos IV de las Españas al habla, ¿dígame?
-Hola Carlos, soy Napo… llamaba para ver cómo van las cosas, ¿qué tal la familia?
-¡Ahh amigo mío1, la familia no me da tregua, disgusto tras disgusto. Está la parienta con una ciática que la tiene postrada en cama, y por encima ya te habrás enterado de que mi hijo se dedica a hacerme la puñeta…
-Estos jóvenes, ¡¡han perdido el norte por completo!! Pero el pueblo es pródigo con los buenos monarcas, reclamarán tu vuelta al trono, no te quepa duda. Si eso tomamos un cafecito en Bayona, hablamos un rato y así te desahogas, que te veo estresadito. Puedo llevar el portátil y redactamos un manifiesto para aclarar que te viste forzado a renunciar a la corona. Firmado por mí (aunque peque de poca modestia) tendrá mucho más impacto mediático.

Tras un extenso diálogo sobre el partido Francia-España del día anterior y algunos comentarios en relación a la subida del precio de la luz, Bonaparte finalizó la conversación con el Padre, y le mandó un whatsapp al hijo (para ser fieles a los hechos históricos, vamos a transcribir la conversación tal cual se produjo)


-          -Fer, ¿q tal? Ya m enterado q eres rey. ¡¡Felicidades tío!!
-          -¡Gracias Napo! Mira, t mando una foto mía con la corona. A q mola?
-          -T favorece mazo!! Tu viejo ya iba cascao, hay q dejar sitio pa los jóvenes.
-          -Ya t digo!! Ahora a ver si lo meto en el rollo del Imserso con mamá y se van pa Benidorm… así m dejan trankilo pa gobernar a mi aire.
-          -Ya sabes que tienes mi apoyo.
-          -Eres un colega de los q escasean, un tío legal! Muchísimas gracias! Contigo apoyándome los españoles se van a fiar mucho más de mí!!
-          -Oye, si eso quedamos un día para tomar unas birras.
-          -Ideal! dónde?
-          -Q te parece Bayona? Hay unos baretos q te mueres pa tapear, y t ponen toda la música indie del momento.
-          -Güai!! Qdams entonces, q día?
-          -El 20 de  te viene bien?, ok?
-          -Ok, nos vemos. Y repito: Gracias, tío!

Así, uno detrás de otro y con diferentes motivos, fueron llegando a Bayona:
El 20 de abril, Fernando, para tomarse unas cervezas y unas tapitas de calamares con Napoleón.
El 22 de abril, Carlos IV, para tomarse un café y unos canapés con Napoleón.
El 26 de abril, Godoy, que había logrado salir Carabanchel (donde lo habían metido por su intento de huida) gracias a la intermediación francesa, que lo quería cerca de Carlos IV para mediar a favor de la causa napoleónica. Se uniría a los canapés, pero por su parte no tomaría café (que le producía gastritis) sino té, que además le parecía mucho más chic y acorde con su sex appeal.

La tarde que Fernando VII se fue de tapas por  Bayona con Napoleón fue una de las peores de su vida, nunca lograría superar el engaño al que le había sometido su ídolo… Para que os imaginéis, es algo así como escuchar a Joan Manuel Serrat cantando raegetton, que la congoja no se te va ni pa dios… (y no os digo las pelas que se tuvo que gastar la corona después en psicoterapia para Fernando,  porque os asustáis fijo).  

-Que ni siquiera se atrevió a decírmelo en persona, joé, que tuvo que mandarle al pringado de Savary, no se vale, qué bajón - le diría unas horas más tarde el infante a un amigo - va y me suelta que la idea es sustituir a los Borbones por los Bonaparte, ya hay que ser falsos, pero falsos a tope de mala leche.

El 11 de mayo, en el café con Carlos y Godoy, Napoleón volvió a citar a Fernando y lo amenazó para que abdicase a favor de su padre.
-Ya ves, Fernandito de mi vida, soy rey de nuevo. Ahora te fastidias, por mal hijo.

Pero la felicidad no le duró demasiado a Carlos. El 5 de mayo el mariscal Duroc y Godoy redactaron un tratado que lo culpaba de todas las revueltas que estaban aconteciendo en España, y lo obligaban de nuevo a ceder la corona a Napoleón. Su mujer no daba crédito:
-Eres un pelele, marido… porque esta ciática no me deja ni moverme, de lo contrario otro gallo nos hubiese cantado… Así no hay pueblo que te respete, ¡coñe!! Y vas y le regalas la corona a un gabacho, a un afrancesado enclenque que seguro que ni es capaz de digerir un buen pote de garbanzos. Te parecerá bonito, a ver qué hacemos ahora. Sin reino ni nada, nos quedamos en la calle, porque eso de que te va a regalar un castillaco y bla bla bla aún está por ver,  no me fío ni pizca. Y aún querrás que me ponga a trabajar. ¡Es que no doy crédito, no doy crédito!. Ni mi esposo ni mi hijo son capaces de conservar lo que es suyo por derecho, dejándose engatusar por un mequetrefe, un gandul, ¡un pavo real con ínfulas de emperador!! No eres ni la mitad de hombre que Godoy, así te pinte Goya en algún retrato con cola de burro…
-Serénate mujer, y no blasfemes. ¿Qué querías que hiciese? Además, que quede claro que le canté las cuarenta al Bonaparte. Le dejé bien clarito que  los límites del territorio español no se tocan, nada de escindirme el reino que luego se queda en cuatro migajas repartidas por el Mundo, y además para religión, la católica, apostólica y romana. ¡¡No se me vaya ahora a llenar el país de descreídos!!
-Bueno, bueno… ¿y me querrás decir qué vas a hacer si se pasan por el forro tus condiciones?
-Pues recupero mi corona, que me sobran arrestos…
-Eso te lo crees tú… déjame sola anda… ¿por qué me castigaría Dios de este modo? Así te dé una ciática como la mía, a ver si espabilas, pardiez.

Evidentemente, el más feliz de todos era Napoleón. Estaba tan contentísimo que ya se le había acabado el repertorio de canciones de ducha: desde y Salta conmigo, Salomé y Un pasito pa lante a Danza cu duro y algún que otro éxito de Paulina Rubio… loquito tenía al servicio de palacio con tanta nota desafinada, pero nadie le iba a aguar la fiesta. Se reía sin venir a cuento y agasajaba a la Josefina con tantos besos que la pobre ya estaba un poco hasta las narices…  sobre todo desde que quería que lo llamase “mi emperadorzito”…  ¿no le valdría pichurri, cari o cuqui, corchos, que emperadorzito no había manera de pronunciarlo a derechas?…

Dominado por todo ese ambiente de megalomanía y autocomplacencia personal, el Emperador se sonreía ante el espejo, se arrancaba tres o cuatro canas y hablaba consigo mismo:
-Napoleón, molas, tío. Molas, a este paso vas a acabar la colección de países dominados muchísimo antes que la de cromos de futbolistas de la UEFA. Ahora lo que tienes que hacer es hablar con tu hermano _. España es mía, pero ando muy liado: tantos países que dirigir, las clases de inglés, el gimnasio… y algo de tiempo necesito para mí y la Josefina… no todo va a ser trabajar en esta vida…

No tuvo éxito con el hermano inglés que se  negó con la excusa de que España olía a ajo y los españoles eran gente poco glamurosa… así que tuvo que recurrir a José, rey de Nápoles (que era muy feo de nuestro señor, pero bien valía para rey, ya se sabe que el físico no lo es todo en esta vida)
En Como podéis observar, poco a poco Napoleón lo iba organizando todo a su gusto. Nunca dejaba de trabajar ni de manipular, y parecía que todo le salía a pedir de boca. El culmen a tanto trabajo bien hecho era el Estatuto de Bayona, Carta de Bayona o Constitución de Bayona, una Carta Otorgada que tendría que jurar su hermano José, y en la que se definía el estado constitucional bonapartista.






1 comentario:

Maeglin dijo...

Debieron decir como aquella camiseta con José Bonaparte "juapo, juapo non es pero tiene un pelaso". No deja de ser risible que los españoles le colgasen el mote de botella con ánimo despectivo cuando huelga decir que pocos más aficionados al zumo de la vid que los iberos de siempre.